Dave, presidente por un día

SINOPSIS

Dave Kovie tiene un trabajo fijo como director de una pequeña agencia de empleo temporal en Baltimore. Sin embargo, Dave posee una cualidad poco habitual, tiene exactamente el mismo aspecto de William Harrison Mitchell, el presidente número 44 de los Estados Unidos. El presidente Mitchell se dedica discretamente a utilizar dobles para que le sustituyan en algunas apariciones públicas, de modo que pueda tener tiempo para otras ocupaciones no relacionadas con su cargo. Su astuto jefe de Estado Mayor, Bob Alexander, el jefe de prensa Alan Reed, y el detective del servicio secreto Duane, le ofrecen la oportunidad única de servir a su país, contratándole como doble del presidente por una sola ocasión a raíz de la aparición de Mitchell en un hotel cercano. Sin embargo, las cosas no van a salir exactamente como habían planeado. Cuando el presidente Mitchell cae de repente mortalmente enfermo, Dave, ante la insistencia del Jefe del Estado Mayor se encuentra continuando su mascarada como el primer mandatario de América de un modo indefinido. La fascinación que le produce a Dave lo novedoso de su situación se convierte en pánico y más tarde en determinación, al encontrarse atrapado en medio de las ambiciones de un grupo de gente poderosa y sus ideales sobre el bien y el mal. Los desafíos a los que se enfrenta son complicados, incluyendo el hecho de engañar a la Primera Dama, Ellen Mitchell, por un tiempo. Pero los escasos conocimientos de Dave sobre los entresijos del poder, el engaño y la intriga hacen que la presidencia se convierta en una sucesión de maniobras cómicas que reavivan la creencia pública en la decencia y la ingenuidad del ciudadano de a pie.Ivan Reitman consigue su mejor trabajo con esta comedia en la que se deja entrever claramente la sombra de Frank Capra, principal modelo referencial de esta amable y bienintencionada película que vuelve a reivindicar la figura del doble de un hombre de gobierno. Kevin Kline es aquí un nuevo Juan Nadie de los noventa, un hombre afable y cordial que intenta ayudar al prójimo y que debido a su increíble parecido físico con el presidente de los Estados Unidos, se verá convertido en inquilino de la Casa Blanca, donde pronto dejará de ser la marioneta de los que verdaderamente mueven los hilos del poder. El gran acierto de Reitman es haber renunciado a la parodia gruesa y al chiste fácil, ingredientes habituales en sus primeros trabajos, para impregnar a la película de un tono suave y fluido, a lo que contribuye un bien hilvanado guión de Gary Ross, un perfecto conocedor de los entresijos de la Casa Blanca, mucho de cuyo personal subalterno se interpretan a sí mismos en el filme.