SINOPSIS
Cuando Max Klein, un reconocido arquitecto de San Francisco y su socio y amigo de toda la vida, Jeff, suben a un avión con destino a Houston, esperan volver a casa con un lucrativo contrato en las manos. Carla Rodrigo, una joven madre, y su hijo de corta edad, suben a ese mismo avión, con la ilusión de disfrutar de sus vacaciones, pero no va a ser así. El avión tiene problemas con los motores y comienza a caer. Max, al que volar siempre le ha puesto muy nervioso, siente durante un instante un terror que lo deja paralizado, y a continuación, de manera repentina, una increíble sensación de paz. Se levanta de su asiento, anima a los demás pasajeros y, después de que el avión se haya estrellado contra el suelo, pone a salvo a muchos supervivientes. Carla no tiene tanta suerte. El impacto del choque arranca de sus brazos a su hijo. Tres meses más tarde, ni Max ni Carla han sido capaces de expresar el horror de aquel día, una jornada en la que el socio de Max y el hijo de Carla perdieron la vida. Max, que no quiere abandonar el estado de eufórica libertad que ha experimentado durante el accidente, se ha ido alejando de su mujer Laura y de su hijo con desapasionada creencia en su propia inmortalidad. Carla se ha vuelto prácticamente catatónica a causa del dolor, asustando y desconcertando a su marido. Desesperado, el doctor Bill Perlman, el psicólogo de la compañía aérea, pone en contacto a estas dos personas que, en circunstancias normales, nunca se habrían conocido. Uno está más vivo de lo que jamás ha estado, la otra está emocionalmente muerta por el sentimiento de culpa y dolor. En un mundo que no puede comprender, establecen un tenue lazo, que acaba por convertirse en una amistad liberadora y profundamente espiritual. Tras haber sobrevivido a la muerte, ¿pueden ahora sobrevivir a la vida?El australiano Peter Weir ("El show de Truman") dirige otra de sus películas en donde las sensaciones dominan sobre las emociones. Un trágico accidente aéreo actúa como elemento catártico sobre un grupo de supervivientes, que a partir del siniestro, intentarán buscar un nuevo sentido a sus vidas. Peter Weir plantea interrogantes sin ofrecer respuestas, lo que provoca en el espectador un permanente estado de desasosiego potenciado por la música de compositores contemporáneos como Penderecki y Górecki.